Real como la vida misma...Me sucedió hace un par de años. Invierno, noche de perros. Tres y media de la madrugada; suena el timbre con insistencia. Estaba despierta, de modo que me levanté de un salto y ante la premura del timbre subí despendolada las escaleras. A través de la puerta acristalada pude ver a un hombre joven con rostro de alarma que llevaba en brazos a una niña de unos 4 años, aún antes de que traspasaran el umbral aprecié que la criatura que asomaba entre la manta que la envolvía tenía buena cara y no parecía tener dificultad para respirar...¡Qué alivio! A pesar de ello, me quedé en la puerta y pregunté al padre qué sucedía. El hombre con angustiosa voz me dijo que la pequeña se había despertado muy molesta diciendo que le picaba el culito...y ¡que tenía lombrices! También allí mismo me preguntó si le podía atender allí o si debía ir a la Urgencia Hospitalaria...En fin, sujetando mi ironía, le indiqué que diera los datos a mi compañero y me dirigí a la consulta. Un esfuerzo sobrehumano por mi parte impidió que le dijera "Tranquilo, son lombrices, no se trata de una cobra..." Reconozco mi maldad. Tras despojar a la niña de la manta y del grueso pijama que le abrigaba, pude avistar en sus márgenes anales un par de lombricillas que se contoneaban perezosamente y que retiré delicadamente con una gasita. Confirmé el diagnóstico con voz de tubería y mientras el padre volvía a vestir a la cría, consulté en el ordenador el tratamiento adecuado: yo estas cosas de lombrices tampoco me las sé de memoria...
De ahora en adelante consultaré aquí. Está muy bien, ¿no?
Lo de mi sarcasmo, tiene peor arreglo...
Os presentamos una iniciativa de la Agencia de Calidad Sanitaria de Andalucía que ha creado una página, Distintivo AppSaludable, en la que según su propia presentación:
El distintivo AppSaludable reconoce a aquellas aplicaciones de salud que
ponen en marcha las medidas necesarias para cumplir una serie de
recomendaciones de calidad y seguridad y que, por tanto, pueden ser
utilizadas por la ciudadanía de forma fiable, minimizando riesgos.
Creo que es importante aclararque ellos no garantizan que, por ejemplo, la aplicación vaya a ayudar a los diabéticos a controlar sus niveles de glucemia pero sí obligan a los desarrolladores de la aplicación a explicar sus características y de, alguna manera, garantizar que son "serios". Aquí podéis ver los datos que piden para darle el distintivo.
Por nuestro trabajo coleccionamos
historias: historias alegres, tristes, divertidas; historias de vida y de
muerte, de amor y de desamor…Este relato está basado en una de estas historias
de amor, de un amor que no pudo ser, que alguien, una vez, hace ya tiempo me
contó.
EL TELÉFONO
Sus hombros se estremecieron
levemente cuando oyó el timbre del teléfono. Lo miró de reojo antes de
descolgarlo, se alisó maquinalmente el flequillo y se ajustó las gafas en un
gesto no desprovisto de coquetería. Aún antes de descolgar, ya sabía que era él
quien estaba al otro lado del teléfono: se lo decía el corazón que saltaba
desbocado en el pecho. Siempre había sido así: el teléfono sonaba distinto si
era él quien llamaba. Sonaba impaciente y risueño; exigente, provocador, esperanzado.
Trató de imprimir seguridad en
sus palabras, trató de aparentar un tono de estudiada indiferencia, cortesía
extrema en cada una de las sílabas…Pero su voz no engañaba: su voz era dulce y
en ella se colaba toda la delicada melancolía de quien espera todo sin exigir
apenas nada. Él llevó el peso de la charla; pequeñas novedades, comentarios sin
demasiada importancia, risas, alguna pregunta, buenos deseos…Y sin embargo, la
importancia de lo no dicho, la importancia de lo silenciado era evidente. Las
palabras solo fueron la excusa; los segundos de silencio entre frase y frase
impregnaron la charla de sentido. Porque en la brevedad del silencio se filtró
toda la emoción, toda la ternura, todo el deseo de proximidad que compartían.
Se despidieron, nada chocante en
sus palabras: me alegra haber hablado contigo, llámame si tienes tiempo, te
mando un beso…Un breve instante de indecisión antes de colgar el teléfono, un
mudo deseo agazapado en sus manos de prolongar aquel momento. Una alegría
estúpida alojada en el cerebro, un vacío pleno allí en el fondo, una sonrisa
trémula, sal en los ojos: amor y dolor entrelazados.
Un segundo para la nostalgia,
tristeza bien educada: evocar la forma de sus labios, la calidez amable de su
piel, el recuerdo imborrable de su mano, el timbre de su voz, su risa franca,
su palabra, su presencia, su ausencia no deseada…Amor y dolor de la mano.
Pensó con desesperación que lo
volvería a echar de menos; creció de nuevo en ella el desasosiego, y sin
embargo supo que, una y mil veces que llamara, se alegraría de escucharlo.
Cerró los ojos cansadamente y su boca se abrió en un suspiro, besando
silencioso al aire. Continuó con su trabajo; compartió luego su tiempo con los
amigos, los compañeros, la familia. Nada estridente, nada fuera de su sitio; la
sonrisa adecuada y la palabra justa en el momento preciso.
Y su deseo, su corazón, volando
ingrávido hasta el rincón de la memoria donde él se escondía de miradas ajenas,
oculto para aquellas bocas que juzgan sin argumentos sobre aquello que no
responde a leyes ni humanas ni divinas. Él, allí, alojado dulce en el hueco
tibio de su ausencia; él, allí, innombrable pero nunca ajeno; él, allí, alojado
donde se guardan los sueños hermosos, donde la memoria ejerce su custodia fiel
para proteger el tesoro intangible de aquellos a quienes amamos.
Pensó que, tal vez, como había
leído en algún sitio, llegaría el día en que dejara de amarlo pero que, afortunadamente,
nunca dejaría de amar el tiempo en que le amó. A fin de cuentas, somos la suma
de lo que amamos.
Y supo que más allá de la pena,
más allá de las lágrimas, más allá del silencio y de la distancia, el tiempo
compartido fue, a qué dudarlo, un regalo alejado de la fecha de su cumpleaños.
Ella era, simplemente, una mujer afortunada.
Esto en lo que dice el apartado correspondiente de UpToDate sobre el diagnóstico de la neumonía en adultos:
El abordaje del paciente con neumonía adquirida en la comunidad
(NAC) se inicia con la evaluación clínica, seguido de la radiografía de
tórax con o sin pruebas microbiológicas. Una
revisión sistemática puso de manifiesto la falta de sensibilidad de los
criterios clínicos para un diagnóstico preciso de la NAC; incluso una
combinación de síntomas (tos) y signos (fiebre, taquicardia y
crepitantes) no tenía una sensibilidad superior al 50 por ciento usando la radiografía de tórax como la prueba oro.
Los síntomas más frecuentes de la NAC incluyen tos, fiebre, dolor torácico pleurítico, disnea y producción de esputo. La expectoración
mucopurulenta se encuentra con más frecuencia en asociación con
neumonía bacteriana, mientras que la producción de esputo escaso o
acuosa es más sugestiva de un patógeno atípico. Aunque
existen descripciones clásicas de ciertos tipos de producción y en
particular los agentes patógenos de esputo (por ejemplo, la neumonía
neumocócica y esputo de color rojizo), estas descripciones clínicas no
ayudan en la toma de decisiones clínicas en relación con el tratamiento,
ya que rara vez se ven.
Otras características comunes son los síntomas gastrointestinales (náuseas, vómitos, diarrea) y cambios en el estado mental. El
dolor de pecho se produce en el 30 por ciento de los casos, escalofríos
en el 40 a 50 por ciento. Debido
a la rápida aparición de los síntomas, la mayoría de los individuos
buscan atención médica dentro de los primeros pocos días.
En
el examen físico, aproximadamente el 80 por ciento están febriles, aunque
este hallazgo es frecuentemente ausente en los pacientes de edad
avanzada y de la temperatura puede ser engañosamente baja por la mañana.
Una frecuencia respiratoria superior a 24 respiraciones / minuto
se observó en el 45 a 70 por ciento de los pacientes y puede ser el
signo más sensible en pacientes de edad avanzada, la taquicardia es
también común. Examen de tórax revela estertores audibles
en la mayoría de los pacientes, mientras que aproximadamente un tercio
tiene evidencia de consolidación. Sin embargo, ninguna
constelación clara de los síntomas y signos se ha encontrado para
predecir con precisión si el paciente tiene neumonía.
No es gran cosa, la verdad...
Todo esto viene a cuento de que hace unos días leí el resumen de un trabajo (no he podido acceder al artículo completo), Diagnosing pneumonia in patients with acute cough: clinical judgment compared to chest radiograph, en el que se confirma que el juicio clínicono tiene un gran valor predictivo positivo, o sea que se equivoca mucho cuando dice que el paciente TIENE neumonía. La buena noticia es que, sin embargo, tiene un gran valor predictivo negativo, es decir que acierta mucho cuando dice que NO TIENE neumonía. Y bueno, no es poco ¿verdad?
Es curioso este asunto: si nos concentramos demasiado en una actividad o una idea desatendemos otra información que está delante de nuestras narices. Todos, o casi, nos reconocemos en esta idea pero es que además en 1999 se hizo un experimento que demostró que era así. Sobre esto va una entrada de Sergio Minué titulada "Gorilas en la niebla". Su conclusión: una vez más se demuestra que mirar y ver no son sinónimos. Así que ya sabéis : ¡atentos durante la fase del diagnóstico!