martes, 14 de febrero de 2012

Pérdida de conciencia transitoria


Hemos encontrado un guía NICE (esta es su versión resumida, más amable) que aborda el manejo de las pérdidas de conciencia transitorias en adultos y jóvenes por encima de los 16 años. Proponen una actuación escalonada a fin de evitar que su diagnóstico se pierda en mil vericuetos que muchas veces conllevan la realización de múltiples consultas a especialistas y pruebas innecesarias.
Las definen como "la pérdida espontánea de conciecia con recuperación completa, sin que persista ningún tipo de secuela ni déficit neurológico".
Señalan como las causas más frecuentes las cardiovasculares, seguidas de las neurológicas y las psicógenas.
Es importante realizar una buena historia clínica que recoja una descripción detallada del suceso, así como los antecedentes de interés, la presencia de pródromos o la existencia de un periodo poscrítico durante la recuperación, entre otros.
La exploración física debe ser también completa, incluyendo la toma de constantes, exploración cardiopulmonar y neurológica, así como la búsqueda de lesiones secundarias (mordedura de lengua o contusiones).
ECG: es prioritaria su realización. La existencia de anomalías en la conducción, intervalo QT largo o corto, anomalía del segmento ST o de la onda T, la presencia de historia sugestiva o signos de insuficiencia cardíaca, episodio de larga duración, historia familiar de muerte súbita precoz u otros antecedentes cardíacos, insuficiencia respiratoria de reciente inicio o inexplicable o soplo cardíaco precisa valoración por cardiología urgente (24 horas).
La determinación de la glucemia, hemoglobina u otros parámetros debe ser realizada en aquellos pacientes en los que se sospecha que pueden estar alterados.
Si el ECG es normal y no hay signos de alarma desde el punto de vista cardiovascular, valorar si puede tratarse de:
  • Síncope vasovagal: no hay datos que sugieran otras causas y además se han visto provocados por estar mucho tiempo de pie o existen episodios previos que se han evitado al acostarse, provocados por factores como el dolor o procedimientos médicos, han sido precedidos de pródromos como sudoración o sensación de calor previo.
  • Síncope situacional: no hay datos que sugieran otras causas y además se han ocasionado al orinar, al toser o al deglutir.
En estos casos, tranquilizar al paciente, informarle sobre la naturaleza benigna de su proceso y sobre la necesidad de evitar desencadenantes.


Si el ECG es normal, no hay signos de alarma cardiovasculares y no pueden ser etiquetados de vasovagales o situacionales, valorar si puede tratarse de:
  • Epilepsia: mordedura de lengua, giro de la cabeza hacia un lado durante el episodio, no memoria del episodio que ha sido presenciado por otra persona, sacudidas prolongadas de extremidades, confusión posterior, pródromos (dejà vu o jamais vu). No sugieren epilepsia la presencia de: pródromos que en otras ocasiones han sido abolidos al sentarse o tumbarse, sudoración tras el episodio, provocados por haber estado mucho tiempo de pie, palidez durante el episodio. Si se sospecha epilepsia, remitir al neurólogo (debe ser visto en dos semanas).
  • Hipotensión ortostática: no hay datos para sospechar otras entidades y la historia es típica. Confirmar los cambios de presión arterial (tomar tumbado y a los 3 minutos de permanecer de pie), valorar posibles causas (fármacos) y asesorar al paciente.
Si no podemos etiquetar el episodio en ninguno de estos apartados, remitir al paciente al cardiólogo.

En aquellos pacientes que están pendientes de estudio por el especialista, aconsejar la no conducción de vehículos y limitar la actividad física en los que están pendientes de valoración por cardiología.

La guía tiene también un apartado destinado a los cardiólogos que creemos que escapa a nuestro interés.

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