martes, 28 de diciembre de 2010

Uso razonable de los servicios de salud


Hace ya unos días que el Ministerio de Sanidad, Política Social e Igualdad inició una campaña de concienciación para el uso razonable de los servicios de salud, de la que se han hecho eco los medios de comunicación tanto escritos como audivisuales. La campaña no ha dejado indiferentes a los numerosos blogs sanitarios que aportan sus reflexiones en esta materia. Y es que el buen uso de nuestros recursos sanitarios (¡y de otra índole!) nos atañen a todos. Creemos que es responsabilidad de todos, cada uno desde su lugar, colaborar para que la situación mejore, estamos obligados: los gestores, a gestionar debidamente; los usuarios, todos lo somos en algun momento de nuestra vida, a utilizarlos de forma adecuada y los trabajadores del sistema sanitario, a desempeñar su labor con los mejores criterios disponibles.
Así que desde el lugar que ahora ocupo, como trabajadora sanitaria, se me ocurren algunas cosillas. Nuestra tarea no es fácil: son unas veces la presión asistencial, la falta de tiempo, las diferencias con nuestras jefaturas y otros ingredientes, factores que nos distraen en nuestra labor diaria. Con frecuencia caemos en una espiral de lamentos ante la cantidad de demanda, mucha de ella etiquetada de urgente o indemorable de forma inadecuada, que en absoluto resuelve el problema. Y a veces, también, nuestras decisiones contribuyen a engordar más la pelota. No creo equivocarme si hago alusión a situaciones en las que claudicamos fácil con una derivación al especialista o a la puerta del hospital aún a sabiendas de que no es necesaria, simplemente por hastío o por no desgastar más nuestra paciencia; también me reconozco en este mismo hastío cuando pauto una medicación innecesaria ante un problema de salud leve porque es, simplemente, más sencillo que demorarme en una explicación que justifique mi no intervención frente al paciente. Es en otras ocasiones que solicito una exploración de forma poco reflexiva para parar momentáneamente y, también hay que decirlo, envuelta en el temor de qué pasará si no la pido y luego el devenir del proceso es bien distinto al que mi razonamiento y los datos de que dispongo señalan...Tampoco es extraño solicitar un medio de transporte sanitario sin que exista una razón suficiente que lo justifique, cediendo a la presión del paciente que airado lo reclama, a veces desalentado por el escaso respaldo que encontramos por nuestra propia empresa ante estas situaciones. Dejamos escapar la oportunidad que nos brinda una situación de mal uso del sistema de salud para de forma tan seria como cortés indicárselo al paciente y nos limitamos a poner mala cara, con una atención desabrida ante su demanda, o le atendemos incluso con un exceso de celo transmitiéndole de forma equivocada una sensación de falsa necesidad que alimentará consultas similares por auténticas banalidades mil y una vez que se presenten...

En fin, intentar que este tipo de actuaciones sean las menos entra dentro de nuestras posibilidades; exigir que las cabezas pensantes se esfuercen en buscar soluciones es nuestra obligación, solicitar colaboración a los usuarios es necesario y proponernos no claudicar, guiarnos por nuestros conocimientos y educar en salud es nuestra responsabilidad.

martes, 21 de diciembre de 2010

Navidad 2010


Y de nuevo, así, de repente, la Navidad. Nos gusten o no, son siempre unas fechas especiales…Y os deseamos lo mejor para este 2011 que nos espera a la vuelta de la esquina. Os dejamos con un relato, un “atípico” cuento de Navidad, que escribí hace ya unos años: ¡más de una década! Entonces yo trabajaba en la ambulancia medicalizada y aquella Nochebuena atendimos a un paciente en una población cercana a Donostia; esto es lo que escribí al día siguiente pensando en aquel aviso. Espero que os guste.
¡Felices fiestas! Urte berri on!
Idoia&Marilis


NOCHEBUENA

Era ya noche cerrada cuando decidió volver a casa.
A pesar de la fecha, veinticuatro de diciembre, no hacía demasiado frío. La noche era clara, tal y como uno desea que sea la noche de Nochebuena. Seguramente había estado pasando la tarde en el pueblo rodeado de amigos, caras conocidas desde hace años, compartiendo a su lado tertulia y el sabor de un vino de escasa calidad. Lo imagino despidiéndose de ellos y caminando luego, ya en solitario, silencioso, dirigiéndose a su casa; sin pensar en nada demasiado importante, dejándose casi llevar de vuelta al hogar.
Ya a escasos metros del portón del caserío puede ser que un agudísimo dolor le partiera el pecho; tal vez sintió un pánico indefinido justo un segundo antes de caer lentamente sobre el lecho de hierba que flanqueaba el camino. Tal vez no le diera tiempo a pensar en nada ni en nadie, tal vez no hubo lugar ni para la sorpresa.
Un coche a un lado de la carretera nos hizo señas de que lo siguiéramos. Recorrimos los últimos metros de aquel camino de grava con rapidez. Las luces anaranjadas de la ambulancia rasgaban impertinentes la oscuridad de la noche; nos detuvimos con un frenazo brusco y descendí de un salto hasta el suelo. Bajo una manta se adivinaba el cuerpo inmóvil del hombre, le rodeaba un grupo silencioso de gente en respetuosa actitud. Comprobé que no respiraba y que en su cuello no había latido alguno. Los párpados entreabiertos dejaban ver una estrecha franja de aquella mirada sin luz propia. Recuerdo que alcé sus párpados por completo: sus pupilas dilatadas se bañaron en luna.
Mi compañero mientras tanto colocó las palas del monitor en el pecho desnudo y nacarado del hombre: una fina línea quebrada se dibujó en la pantalla. Nos apartamos mientras las descargas hacían saltar bruscamente el tronco del hombre. Nada. Entre los tres continuamos con nuestro trabajo sin apenas palabras, seguimos el algoritmo tantas veces repasado. Nuestros ojos acompañaban puntualmente a las escasas palabras: gestos, palabras y miradas escrupulosamente sincronizados.
Pero la vida había huido definitivamente de aquel cuerpo, la muerte silenciosa lo habitaba. Todo intento era en vano. Dejamos nuestro afán casi con dulzura. Buscamos la palabra adecuada para explicar lo sucedido a quienes nos rodeaban. Era gente de la tierra, vecinos y familiares del muerto; rostros serenos, de gente sencilla, de campo, de pocas y precisas palabras. No hicieron de aquella muerte un drama; no hubo lamentos exagerados, ni gritos, ni lágrimas. Hubo respeto y bondadoso silencio.
El hombre yacía inmóvil en su lecho de fina hierba, el gesto reposado como si nada hubiera pasado. Bajé lentamente sus párpados, negando a sus ojos el brillo de plata de la luna: nada debe turbar la paz de los muertos. Pensé, casi sin querer, que haría ya bastantes años que aquellos ojos se abrieron por primera vez sorprendidos y curiosos a la vida. Pensé en toda la belleza que habrían visto; pensé en todos los rostros que seguramente habrían besado; pensé en las lágrimas que habrían fabricado y en las chispitas diminutas de luz que habrían lanzado cada vez que la vida les mostró sus paisajes más amables. Mis dedos ahora querían ser sólo ternura. Cubrimos el cuerpo con una sábana blanca aislándolo así inútilmente del frío y de la noche de diciembre: hermoso su lecho de verde hierba y lienzo blanco fabricado. Arriba, el cielo inmenso salpicado de diminutas estrellas bañadas en la estridencia plateada de la luna. Los montes se alzaban orgullosos, nuestra fragilidad enfrentada a su grandeza.
Iniciamos el camino de vuelta. La carretera serpenteaba; de vez en cuando, las minúsculas luces de colores de un abeto engalanado nos avisaban de la existencia de un caserío sumido en la celebración de la Nochebuena. Abandonamos pronto los montes y atravesamos el pueblo ahora desierto. La oscuridad rota por la hiriente luz de los faros de la ambulancia dejaba ver la negra franja del asfalto.
Me incliné buscando el cielo y hallé su eterna calma; la noche se desgranaba en preciosas estrellas, me alegré de no saber siquiera su nombre. Los rostros conocidos y tranquilos de mis compañeros me hicieron saber que todo estaba bien.
La paz parecía total. Silencio.

sábado, 18 de diciembre de 2010

Los PAC también existen ¿o no?


O eso creemos. Lo que veis está sacado de un folleto que la Comarca Gipuzkoa Este ha editado. Bueno, no se sabe bien si es la Comarca o ha sido desde Centrales. ¡A ver quien le pone el cascabel al gato! Está colgado en la página pública de la Comarca y también en la Intranet. El caso es que, como veis, el horario que han puesto en los cuatro centros de la derecha, los que tienen PAC, es de 08:00-20:00. La verdad, ya aburre este tema...El olvido, digo. Lo más curioso es que de lo que no se han olvidado es de los tres centros que desde hace solo CUATRO MESES están abriendo de 09:00-21:00. Aunque nos hemos puesto en comunicación con la Comarca para comentarlo, no hemos obtenido respuesta. Estas son las cosas que van creando ambiente laboral. Estas y que en Alava estén pagando los sábados como festivos. Y ya llueve sobre mojado...Por cierto, para los pacientes es ¿información o desinformación?

martes, 14 de diciembre de 2010

Neumonía adquirida en la comunidad y SEPAR

El blog El comprimido nos pone sobre la pista. Se ha publicado una nueva Normativa de la Sociedad Española de Neumología y cirugía Torácica (SEPAR) sobre la neumonía adquirida en la comunidad (NAC). Hay que fastidiarse con el nombre:¡¡normativa!! El caso es que ha suscitado polémica por su indicación de utilizar como primera opción, al mismo nivel que la amoxicilina, el levofloxacino y el moxifloxacino. El grupo de trabajo de infecciosas de la semFYC les ha respondido con esta nota. Y creemos que no les falta razón porque, además de los peligros de crear resistencias que existe del que avisan todos los 18 de diciembre, en una revisión Cochrane del 2009 no encontraron diferencias entre los distintos antibióticos al tratar las NAC. Y por si fuera poco, la resistencia del neumococo a la penicilina ha disminuido de manera importante en los últimos años como nos cuentan en esta publicación.
Así que resumiendo, lo lógico es iniciar el tratamiento de las NAC adquiridas en la comunidad, sin complicaciones ni factores de riesgo, como nos indican en esta pequeña (de tamaño y muy interesante de contenido) guía elaborada en el año 2007 por el Servicio de Microbiología del Hospital Donostia teniendo en cuenta los gérmenes de nuestro entorno: amoxicilina 1gr/8h.
Por cierto, que es lo mismo que dicen es esta otra guía británica, más sesuda, cuya lectura resulta muy esclarecedora.

martes, 7 de diciembre de 2010

¿A quién, qué, cuánto y cuándo?

La foto es de aquí
Creo que es compartida la idea de que hay muchos aspectos de nuestro trabajo que son desconocidos para nosotros y de los que sólo disponemos de impresiones. Me refiero a asuntos relacionados con la cuantía y la calidad de la demanda, sobre las veces que realizamos derivaciones a la urgencia del hospital, sobre la calidad de nuestra asistencia y de nuestras derivaciones, sobre la opinión de los usuarios de nuestra labor...En fin, su conocimiento nos podría servir para reflexionar sobre lo que hacemos y cómo lo hacemos, para tratar de comprender algunos de los motivos por los que el paciente acude al PAC y que despiertan, a veces, nuestro enfado; para intentar mejorar aquellos aspectos que lo precisen, para establecer medidas de educación sanitaria y, en definitiva, para trabajar mejor.

Os sugerimos hoy la lectura de varios trabajos realizados en diferentes PAC que, aunque son distintos en su estructura (área que cubren, tipo y número de población), presentan resultados parecidos en muchos puntos.

La mayoría coinciden en señalar que el grueso de pacientes se atiende en la franja horaria de 17-22 horas los días de labor, y los domingos y festivos presentan dos picos de máxima afluencia comprendidas entre las 11-14 horas y las 18-21 horas. La mayor frecuentación corresponde, como cabe esperar, a los fines de semana. Las tasas de frecuentación son bastante similares.

En relación al perfil de los pacientes, también hay muchas similitudes: la afluencia de mujeres es algo mayor que la de varones, la edad pediátrica representa en torno al 25% de la demanda y los pacientes de mayor edad son los que menos acuden.

En cuanto a los motivos de consulta, ganan los problemas del tracto respiratorio superior, seguidos de los traumatológicos. Las verdaderas emergencias constituyen un número muy pequeño.

Si hablamos de las derivaciones, parece que los PAC son bastante resolutivos; el porcentaje de derivaciones a las urgencias hospitalarias oscila en los diferentes trabajos entre el 3,4-5 %, las más frecuentes por problemas traumatológicos, seguidos de los cardiovasculares y respiratorios. El mayor número de derivaciones corresponde a los pacientes de mayor edad.

Finalmente, los fármacos más utilizados en los PAC son los analgésicos/antipiréticos y los AINE.

Bueno, hasta aquí "sus datos". ¿No os gustaría saber cuáles son los nuestros? A lo mejor, si nos animamos, podemos hacer algo parecido...


Bibliografía