Hace unos días atendí a un niño de tres años por unas lesiones cutáneas de predominio en extremidades y cara. Había sido visto en el servicio el día anterior y dado de alta con el diagnóstico de urticaria, en tratamiento con un antihistamínico por vía oral. Cuando yo le vi presentaba unas pápulas sobreelevadas, grandes, de contornos bien definidos y de una alarmante coloración violácea que no desaparecían a la vitropresión, distribuidas de forma casi simétrica en cara y dorso de los brazos principalmente. Especialmente llamativo era el aspecto de los pabellones auriculares que aparecían edematosos y de color, ¡también!, violáceo. En ambas piernas se apreciaban pápulas más pequeñas, algunas de ellas centradas por un puntito de aspecto equimótico...Por lo demás, el niño tenía un buen estado general (eso sí: lloraba sin cesar), estaba afebril y la exploración era normal. No tenía lesiones en mucosas, ni afectación palmo-plantar, ni se distinguían signos de rascado.
El padre me contó que días previos había tenido un cuadro catarral leve que no precisó consulta con su pediatra.
En medio de este percal, solo una cosa me parecía clara: que no era una urticaria "normal". Pensé que podría ser una de esas vasculitis raras, desde luego no me parecía que fuera un Schönlein Henoch, o por lo menos yo no había visto uno igual, pero vaya usted a saber...El caso es que me rondaba por la cabeza que había visto unas imágenes similares en alguna entrada de alguno de los blogs de pediatría por los que me suelo pasear. Y llegados a este punto, como mi ciencia y mi memoria no daban para más y sumado a la pinta fea de las lesiones y al susto que llevaba el progenitor, derivé al pequeño al hospital.
Estuvo ingresado 4 días, todas las pruebas fueron negativas (hemograma, coagulación, bioquímica, orina, serologías para CMV, VHS, VVZ, hepatitis), Rx tórax normal, y pendiente de lectura de Mantoux. Valorado por Dermatología se etiquetó el cuadro de (¡¡¡Tachánnnn!!!): Edema agudo hemorrágico del lactante.
El niño fue evolucionando favorablemente, con mejoría progresiva de sus lesiones y dado de alta con cita próxima en Dermatología para control.
Y, claro, ya con el diagnóstico en la mano, trasteé de nuevo en el internet y encontré esta entrada del blog Reflexiones de un pediatra curtido que es la que recordaba, eso sí, vagamente; así que os aconsejo que la leáis que lo deja todo muy clarito.
Os remito también a este artículo publicado en el 2005 y realizado por profesionales del Servicio de Pediatría del Hospital Donostia que revisa esta entidad tan alarmante en su forma de presentación, como benigna en su evolución.
Nota: este post está redactado antes de que Jaione Agirrezabal nos diera su sesión sobre Exantemas en pediatría, que creo que me hubiera resultado muy útil...
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