viernes, 14 de diciembre de 2012

Detrás del informe

La imagen es de aquí

Hace unas horas, muy pocas, que le has mandado con un informe a la puerta del hospital. A veces, entre consultas por motivos poco graves, se desliza alguna que sin tener nada demasiado  concreto en la mano te dispara en el cerebro algo parecido a una alarma. Completas un informe, frío como casi todos los informes lo son, lo relees un par de veces, lo modificas un poquito con la intención de aportar los datos que crees necesarios, y lo imprimes. Luego, lo firmas con un garabato, lo doblas y se lo das a su dueño, a esa persona que con un asomo de inquietud lo recibe y que en unos minutos lo extenderá a su vez a otra mano allá en el umbral del servicio de urgencias…Y tú sigues viendo un paciente detrás de otro, y de vez en cuando te acuerdas de esta persona a la que has visto hace un rato; y aprovechas un minutillo entre paciente y paciente para entrar en el programa que te da acceso al hospital, tecleas su nombre, abres su historia, y sí: ya ha llegado. Le han pedido un par de pruebas, aún no hay resultados…En fin, habrá que esperar. Imaginas que si a ti te inquieta el desenlace cuánto más nervioso estará el protagonista de la historia. Bueno, a lo mejor lo que sucede es que te has hecho un lío en la cabeza, a lo mejor es de esos días en los que estás poco inspirada y ves fantasmas…Ojalá sea eso, a fin de cuentas una mete la pata con frecuencia; a lo mejor hasta tu compañero de urgencias se ha quedado un poco asombrado con tu derivación, pero claro, está en el hospital y decide hacerle un par de pruebas antes de darle el alta.
Pasan las horas, parece que ahora la cosa está más calmada, tienes tiempo; entras de nuevo en el programa, tecleas su nombre que se te ha quedado grabado en la memoria, también recuerdas su cara y su voz y, sobre todo, sus ojos: esa mirada preocupada, con un matiz como de disculpa allí en el fondo, como pidiendo perdón por si su alarma motivó una consulta inadecuada. En realidad llevaba ya un tiempo con aquella molestia y no, no había consultado anteriormente con su médico; pero hoy, a pesar de que es sábado, la preocupación ha guiado sus pasos hasta el centro de salud…Su mirada te había escrutado mientras le explorabas, buscando un gesto por tu parte que aliviara sus temores; le has sonreído un par de veces. Entonces fue cuando le dijiste que creías que había que mirarlo con un poco más de detalle y que, bueno, que igual no era nada, pero que le ibas a mandar al hospital. Has usado un tono de voz calmado, te has esforzado en tratar de no generar más inquietud. En realidad ni tan siquiera lo tienes demasiado claro. No es, desde luego, una urgencia inminente, para nada; es esa maldita inquietud que de pronto te ha nacido, ya la has sentido en otras ocasiones y a veces, no siempre, fue un mal presagio. Te ha dado las gracias y se ha marchado sujetando sus miedos, aceptando tu decisión; le has visto marchar con el dichoso informe en la mano. La pantalla tarda unos segundos en abrir el informe de urgencias, se hacen largos; lo lees de arriba a abajo, apresuradamente, te saltas algunos detalles. Pero no, no te has equivocado: se ha quedado ingresado para estudio, en la ecografía se aprecia un hígado metastásico… ¡Uf,  pagarías por haberte equivocado! Entrecierras un poco los ojos, te muerdes el labio inferior y sientes lástima. Regresas a tu agenda, hay pacientes esperando. Continuas como si nada hubiera pasado. Pero sí pasa: pasa que no te acostumbras, pasa que de nuevo eres consciente de lo frágiles que somos, de cómo la vida se pone cuesta arriba así de pronto. Pasa que estás triste, simplemente estás triste y ya está, no le des más vueltas. Es probable que esta noche te cueste coger el sueño, puede que lo imagines en su cama de hospital rumiando una y otra vez sus dudas y temores, y sientes pena porque sabes de sobra que le espera un camino bien difícil, sembrado de incertidumbres…Ni tú, ni él, ni yo somos de piedra, afortunadamente. O, tal vez, debería decir desgraciadamente. 

4 comentarios:

  1. Magnífico. Seguro que todos hemos visto algo de nosotros en tu relato

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  2. Gracias, Rafa. La verdad es que compartimos profesión y a través de ella sentimientos y sensaciones parecidas...

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  3. Hermoso relato. Me ha llevado a experiencias similares.

    imarnim

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