Son muchas las decisiones que tomamos a diario en nuestro trabajo y todas ellas arrastran consecuencias para los pacientes, por éso es necesario que sean tomadas de forma reflexiva por pequeñas que nos puedan parecer. Las medidas encaminadas a mejorar la seguridad del paciente tienen, si cabe, especial importancia en nuestro medio si tenemos en cuenta el gran volumen asistencial que engloba y que en muchas ocasiones constituye la puerta de entrada del paciente al sistema sanitario.
Nos parece interesante haceros llegar unas pinceladas del estudio APEAS (resumen) sobre la seguridad de los pacientes en atención primaria de salud. Se trata de uno de los primeros trabajos que aborda este tema en atención primaria. Se publico en 2008.
El estudio fue realizado en 48 centros de 16 comunidades en los que participaron 452 profesionales sanitarios y se analizaron 96.047 consultas. Midieron los sucesos adversos (incidentes y efectos adversos) y los efectos adversos evitables.
Concluyen que la práctica sanitaria en atención primaria es razonablemente segura, ya que la frecuencia de efectos adversos es baja y predominan los de carácter leve, 54,7%; se calificaron como moderados el 38% y como graves un 7%. No obstante, dada la enorme frecuentación en este nivel asistencial, aunque su frecuencia es baja, en números absolutos los pacientes afectados suponen un grupo importante; extrapolando los datos al conjunto de la población supondrían una media de 7 de cada 100 ciudadanos al año. La etiología es multicausal, si bien los atribuidos a la medicación representaban un 48,2%. Por otra parte, el 70% de los efectos adversos pueden ser considerados como evitables para el total , porcentaje de evitables aún mayor, 80%, si se trata de los eventos tildados como graves.
Está claro que es necesario crear estrategias a fin de disminuir estas cifras, algunas de ellas deberán ser dinamizadas desde otras esferas, pero no debemos olvidar que somos nosotros los que tomamos las decisiones cuando tenemos al otro lado al paciente. Se trata de asumir responsabilidades.
Nos da qué pensar: también en nuestro caso estar parados, a veces, forma parte del baile...
El estudio fue realizado en 48 centros de 16 comunidades en los que participaron 452 profesionales sanitarios y se analizaron 96.047 consultas. Midieron los sucesos adversos (incidentes y efectos adversos) y los efectos adversos evitables.
Concluyen que la práctica sanitaria en atención primaria es razonablemente segura, ya que la frecuencia de efectos adversos es baja y predominan los de carácter leve, 54,7%; se calificaron como moderados el 38% y como graves un 7%. No obstante, dada la enorme frecuentación en este nivel asistencial, aunque su frecuencia es baja, en números absolutos los pacientes afectados suponen un grupo importante; extrapolando los datos al conjunto de la población supondrían una media de 7 de cada 100 ciudadanos al año. La etiología es multicausal, si bien los atribuidos a la medicación representaban un 48,2%. Por otra parte, el 70% de los efectos adversos pueden ser considerados como evitables para el total , porcentaje de evitables aún mayor, 80%, si se trata de los eventos tildados como graves.
Está claro que es necesario crear estrategias a fin de disminuir estas cifras, algunas de ellas deberán ser dinamizadas desde otras esferas, pero no debemos olvidar que somos nosotros los que tomamos las decisiones cuando tenemos al otro lado al paciente. Se trata de asumir responsabilidades.
Nos da qué pensar: también en nuestro caso estar parados, a veces, forma parte del baile...
Me parece muy interesante que aproximadamente un cuarto de las situaciones adversas se dan por fallos en la comunicación, según el estudio. En esto tiene mucho que ver el tiempo que podemos dedicar a cada paciente y el grado de conocimiento que tengmos de él, aparte de nuestra capacidad, innata o aprendida, para comunicar.
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