martes, 25 de febrero de 2014

Cuando pican las lombrices

La imagen es de aquí
Real como la vida misma...Me sucedió hace un par de años. Invierno, noche de perros. Tres y media de la madrugada; suena el timbre con insistencia. Estaba despierta, de modo que me levanté de un salto y ante la premura del timbre subí despendolada las escaleras. A través de la puerta acristalada pude ver a un hombre joven con rostro de alarma que llevaba en brazos a una niña de unos 4 años, aún antes de que traspasaran el umbral aprecié que la criatura que asomaba entre la manta que la envolvía tenía buena cara y no parecía tener dificultad para respirar...¡Qué alivio! A pesar de ello, me quedé en la puerta y pregunté al padre qué sucedía. El hombre con angustiosa voz me dijo que la pequeña se había despertado muy molesta diciendo que le picaba el culito...y ¡que tenía lombrices! También allí mismo me preguntó si le podía atender allí o si debía ir a la Urgencia Hospitalaria...En fin, sujetando mi ironía, le indiqué que diera los datos a mi compañero y me dirigí a la consulta. Un esfuerzo sobrehumano por mi parte impidió que le dijera "Tranquilo, son lombrices, no se trata de una cobra..." Reconozco mi maldad. Tras despojar a la niña de la manta y del grueso pijama que le abrigaba, pude avistar en sus márgenes anales un par de lombricillas que se contoneaban perezosamente y que retiré delicadamente con una gasita. Confirmé el diagnóstico con voz de tubería y mientras el padre volvía a vestir a la cría, consulté en el ordenador el tratamiento adecuado: yo estas cosas de lombrices tampoco me las sé de memoria...
De ahora en adelante consultaré aquí. Está muy bien, ¿no?
Lo de mi sarcasmo, tiene peor arreglo...

2 comentarios:

  1. ¡Qué tonto ese hombre joven con rostro de alarma! Mira que no saber que las lombricillas son totalmente inofensivas y no pasa nada por tener cientos de ellas alojadas en el intestino, jejeje. ¡Gracias por su útil y amena publicación con la que nos demuestra su admirable autocontrol conteniendo su finísima ironía!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. La verdad es que estaba asustado...Lo curioso es que, seguramente, en otros terrenos se trataba de alguien perfectamente capaz de solucionar problemas más complejos que este.
      No son raras las ocasiones en que problemillas triviales de salud requieren nuestra atención. A veces, me da por pensar que algo estamos haciendo muy mal los profesionales de la salud cuando somos incapaces de dotar de herramientas a nuestros pacientes que les facilitan solventarlos de forma autónoma, también fallamos en explicar los canales y los recursos adecuados a cada problema de salud...
      Y en cuanto a mi autocontrol...en fin, a veces soy malísima: ¡tengo taaaantooo que mejorar...! Otro motivo de reflexión.

      Eliminar