La imagen es de aquí |
En estos tiempos nuestras consultas se vuelven a llenar
de pequeños pacientes aquejados de fiebres varias, catarros interminables y
gastroenteritis. Generan mucha inquietud en los padres y no son pocas las veces
en que acuden con sus retoños con episodios de escasas horas de evolución. Lo entiendo. Lo que me cuesta más comprender
son determinadas actitudes, me explico: ¿por qué el uso del termómetro cuesta
tanto a determinados progenitores?, ¿por qué ese temor a administrar una
antitérmico o un analgésico cuando ya han constatado que es necesario,
independientemente de que luego acudan a
consulta?, ¿por qué no se administra el salbutamol en un niño asmático conocido
con una reagudización cuando en repetidas ocasiones se ha explicado el uso a
demanda?, ¿por qué traen al pequeño o
pequeña, o no tan pequeño/a, en brazos cuando es perfectamente capaz de caminar
y no tiene ningún impedimento físico para hacerlo?, ¿por qué no permiten que
sea el propio pequeño paciente el que suba a la camilla cuando lo puede, y
quiere, hacer perfectamente?, ¿por qué
no ponen un poco de calma y firmeza ante el pequeño cuando la exploración
resulta difícil por el temor del niño?, ¿por qué les protegemos en exceso y les
dificultamos madurar, crecer…?
Reconozco que me impaciento, tal
vez en ocasiones demasiado…Criar, educar a nuestros hijos e hijas no es tarea fácil: nacen sin libro de
instrucciones y sin mando a distancia y, además, los padres y madres somos
simples amateurs… Por otra parte, ya se sabe: a toro pasado, las cosas se ven
diferentes y yo hace tiempo que dejé atrás esta fase de mi vida. En la tarea de
educar somos muchos los actores: la familia, la escuela y toda la sociedad que
rodea al niño es partícipe del hecho de educar. Es este un concepto complejo;
más allá del diccionario y más allá de lo que digan los expertos en esta
materia, me atrevería a decir que educar es dar herramientas para que el niño/a
adquiera habilidades sociales,
intelectuales y emocionales que le permitan convertirse en un individuo adulto
autónomo, capaz de cuidar de sí mismo y de los demás y de tomar decisiones adecuadas para resolver
problemas, capaz de reconocer y asumir sus errores y aprender de ellos…por ahí va el
tema, ¿no? Claro, el asunto es ambicioso
y nos lleva la vida entera (se queda siempre a medias) y nos vamos de aquí sin
concluirla, siempre queda algo por aprender; la vida misma…Pero las grandes
empresas son las más apasionantes y el aprendizaje empieza desde la cuna, ¿no? La
tarea de educar deberá por tanto adecuarse en cada momento a la edad y las
capacidades del sujeto, puro sentido común. No adelantarse pero tampoco
perpetuar una determinada conducta más allá de lo razonable parece ser una
actitud aconsejable. Nosotros, los sanitarios, tenemos la posibilidad de ser
espectadores de muchas situaciones curiosas en relación al hecho de educar, la
consulta es un lugar ideal para poder visibilizar actitudes
paternas-maternas que tal vez pasen
desapercibidas a sus ojos y que no son del todo adecuadas. No somos propiamente
educadores pero sí tenemos la responsabilidad de orientar en aspectos
relacionados con la salud y entendiendo la salud bajo un concepto
bio-psico-social el campo se amplifica más allá del simple enfermar físico. Lo
difícil es aconsejar con delicadeza en situaciones en las que la botica de
turno que prescribes es lo menos importante de lo que se cuece tras la puerta
de la consulta, ¿no? Creo que no siempre lo hago bien. Sería más fácil no
entrar al trapo y callarme mi opinión, pero me sale fatal. Con todo, insisto
una y otra vez sobre lo mismo: poned el
termómetro, utilizad el sentido común y vuestros recursos para solucionar pequeños
problemas de salud, etc, etc, etc…Y lo hago porque creo que es necesario hacerlo,
porque si los padres no somos capaces de sujetar a un pequeño mientras medimos
su fiebre, difícilmente podremos sentar nuestra autoridad en tareas más complejas; porque si no somos capaces de
administrar una medicación por encima del deseo del niño, ¿ cómo seremos
capaces de negarle más adelante cualquier cosa que se le antoje?; porque si no
somos capaces de transmitirle seguridad y confianza ante una enfermedad banal,
¿cómo interpretará más adelante el proceso de enfermar?...Se trata de darles
herramientas, se trata de ayudarles a desarrollar sus habilidades, se trata se
trata de ayudarles a superar sus miedos, se trata de acompañarles y no frenar
su crecimiento físico y emocional.
De modo que ante aquella madre que muy
preocupada porque su niña de tres, casi cuatro, años seguía haciendo una
deposición al día ligera sin ningún otro problema, y que me preguntaba sobre la
alimentación y sobre la idoneidad de mantener o no sus biberones mientras duraran las heces blandas, no me
callé…La cría espabiladísima y en excelente estado de salud correteaba por la
consulta mientras hablábamos. Le pregunté a la madre si su niña bebía el agua
en biberón: ¡Noooo, me dijo, del vaso! Ya, entonces, ¿por qué la leche la toma en
biberón? Sus argumentos eran que ella, la madre, se quedaba tranquila porque
así tomaba su ración de leche y además a la pequeña le gustaba mucho e incluso
le consolaba de sus penas, lo pedía cuando estaba triste o enfurruñada. Y a
ella le recordaba cuando era más bebita. Ya. Pues eso: que la niña crece, nos
guste o no, que no le puedes pedir que lo haga solo para lo que nos simplifica
la vida, ¡que crece lo quieras o no! , y que tienes que ayudarle y que tienes
que enseñarle a utilizar otros recursos para consolarse de los sinsabores, y que
es preciosa y lista y está deseando aprender y que el biberón está de más… Y para
terminar, que seguro que lo estás haciendo bien, que solo se trata de pensar y
de aprender a la vez que tu niña, y de disfrutar de este camino que es, te lo
aseguro, apasionante.
Escribo este post alentada por el
compañero residente que me acompañaba en este caso; a él le pareció interesante
el manejo de la situación. Debe ser que no lo hice del todo mal.
Y una cosa más: últimamente suelo
recetar blogs pediátricos a los padres, como Diario de una mamá pediatra o El médico de mi hijo, los dos me parecen escritos en un lenguaje sencillo y resultan muy
adecuados también para los progenitores. Aquí y aquí hablan sobre el asunto
biberón.
No hay comentarios:
Publicar un comentario