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No es demasiado fácil explicar
por qué justamente hoy, última mañana del último día del año, estoy aquí
echando un vistacito a la famosa pirámide 5S, o 6S para otros autores, que
permite estructurar la búsqueda de información cuando nos planteamos una duda
clínica… ¡Anda que no tiene días el año!
Y claro, me pongo a divagar yo
solita que se me da mucho mejor que resolver dudas.
Es que la S es una letra
preciosa, tan sinuosa y tan insinuante…Claro que hay muchas palabras que
empiezan por S y son horribles, pero yo hoy me voy a fijar en las que me
gustan, que para eso dentro de unas horas despedimos el año y conviene estrenar
el calendario de buen rollo.
Pues sí, la S es muy especial:
siendo ella una letra tan singular, con solo ponerla al final convierte lo que
sea en plural. O sea, que agrupa, que suma aunque los individuos que formen el
plural sean distintos. No está nada mal para empezar. Eso sí: es muy
contradictoria porque también sirve para separar la paja del grano, para
simplificar, esto resulta muy útil.
La S es la letra más artista que
conozco y así combinando silencios y sonidos nace la música.
La S de la sabiduría merece todo
mi respeto, sobre todo si va unida a la de la sencillez y a esa otra S más
humilde de la simplicidad.
Con la S puedes silbar, saltar,
saludar, sonreír y ser simpático: ¡es divertido! Puedes con ella soñar: es
imprescindible… Es muy necesaria si quieres solucionar o sanar o, incluso,
silabear para que todo quede muy claro.
Y sin ella, no podemos saborear:
una pena.
Conviene no temerla demasiado si
es la S de soledad: te ayuda a escucharte, aunque sea solo un susurro.
Sin ella no se puede sentir, ni
sugerir, ni suspirar, ni ser sincero. Tampoco encontrarás sin ella el sosiego
ni la serenidad; no podrás palpar la suavidad y te costará mucho ser sutil.
Y si lo pienso bien, la S es
imprescindible para ser, ¿no?, que es mucho más interesante que tener…
De modo que voy a hacer mi
pirámide de las 5S para transitar, sin más…Ahí va:
En la base estarán las sonrisas; intentaré
elegir una adecuada para cada situación. Pueden ser sonrisas tímidas, abiertas,
cómplices, fugaces. Me valen las medio sonrisas…La única condición es que sean
de verdad: tienen que iluminar la cara y, sobre todo, la mirada.
En el siguiente escalón estará la
simpatía. Mira, es sencillo: puedes elegir ser una sota o tratar de ser
simpática. Sin más.
En el siguiente ofreceré el
silencio. No, no me he equivocado: si siempre hablas tú, se llena todo de ruido
y es imposible escuchar a quienes te acompañan.
En el siguiente dejaré que la
sensibilidad se haga la dueña. He dicho sensibilidad, no confundir con
sensiblería que es, directamente, un asco.
Y allí, en el vértice, en mi
particular sumario, trataré de hacer un paquetito con un ingrediente de cada
escalón. Además, añadiré una pizca de sensatez, sentido común y lo sazonaré todo
con sentido del humor: listo para utilizar. A ver qué pasa…Os lo cuento dentro de un año.
Urte berri on! ¡Feliz 2017!
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