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Retomamos el tema que empezamos en la entrada anterior y, de nuevo, agradecemos a Javier Alaba su colaboración de la que resumimos los aspectos que consideramos más importantes.
Criterios de BEERS y criterios STOPP-START
La dificultad que entraña la correcta prescripción en los pacientes de edad junto a la realidad del cambio demográfico en todas las sociedades occidentales acerca del envejecimiento poblacional, ocasionaron que diferentes comisiones de expertos, principalmente anglosajonas, elaboraran unos criterios sobre los fármacos apropiados para los ancianos, entendiendo como fármaco inapropiado aquel en el que el riesgo de reacciones adversas supera a sus potenciales beneficios. Los más desarrollados son los criterios americanos de Beers, que inicialmente en el año 1991 elaboraron un listado de fármacos para la correcta prescripción en medios residenciales, revisados en 1997 y 2002 y extendiéndose su uso a otros ámbitos asistenciales. Establecen dos listados: uno de fármacos potencialmente inadecuados en el paciente geriátrico y otro de fármacos inadecuados según las distintas patologías de base en dichos pacientes.
Estos criterios presentan dificultades en población europea al ser un listado de farmacopea de uso americano (casi un 40% no son de uso habitual en Europa). Por ello, en el año 2008, un grupo de trabajo irlandés desarrolló los criterios STOPP-START (Screening Tools of Older Person´s potentially inappropiate Prescriptors-Screeening Tool to Alert doctors to the Right, e.e apropiate indicated Treatment). Los criterios STOPP establecen una serie de fármacos que se deben evitar clasificados en 10 apartados por sistemas (cardiovascular, nervioso, etc), mientras que los START hace una recomendación de tratamientos indispensables distribuídos en 6 apartados según patologías de base.
El conocimiento de estos criterios cobra especial relevancia en el ámbito de la atención primaria para facilitar una prescripción lo más segura posible y evitar que se nos olvide la administración de fármacos considerados como imprescindibles frente a determinadas patologías de base, como pueden ser los IECA en la insuficiencia cardíaca o los betabloqueantes cardioselectivos en la cardiopatía isquémica.
En la atención urgente, según los criterios de Beer, hay algunos fármacos que siempre deberían ser evitados, tales como la clorpropamida (Diabinese), dicicloverina (Colchimax), flurazepam (Dormodor), hioscinamina, pentazocina (Sosegón), meperidina (Dolantina); otros que raramente son apropiados como algunos relajantes musculares como carisoprodol (Miorelax), metocarbamol (Robaxin), ansiolíticos como clordiazepóxido (Tranxilium), diazepam o propoxifeno; y por último unos cuantos fármacos con indicaciones excepcionales como son amitriptilina (Tryptizol), hidoxicina (Atarax), oxibutinina (Ditropan), prometazina (Frinova).
Por su parte, los criterios STOPP consideran que deben evitarse las dosis superiores a 150mg de AAS, no administrar AAS sin clínica clara de enfermedad cerebrovascular, evitar el uso de diuréticos de asa ante edemas posturales, así como el de fenotiacinas si epilepsia conocida, loperamida en diarreas inespecíficas, bromuro de ipratropio nebulizado si glaucoma, y uso de anticolinérgicos si demencia, estreñimiento o retenciones urinarias previas. Se hace especial mención a la gastroprotección en pacientes en tratamiento con AINE y antecedentes de úlcera gastroduodenal, hemorragia digestiva o perforación, así como en evitar el uso de AINE ante HTA moderada-severa, en la insuficiencia cardíaca y renal crónica. Aconsejan también limitar el uso de psicofármacos en pacientes con historia de caídas previas, no mantener las benzociacepinas ni los neurolépticos más de un mes y tener especial precaución si uso de opiáceos prolongado.
Bibliografía
Medicación en el anciano. INFAC 2009.
STOPP & START criteria: A new approach to detecting potentially inappropiate prescribing in old age. EuropeanGeriatric Medicine 2010.
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