He decidido comenzar el año escribiendo una carta a mis pacientes, ahí os va...
Estimados pacientes:
Ya comprendo que no es demasiado usual que una médica les escriba una carta, y mucho menos si ni tan siquiera es su médica de cabecera (me gusta el término “de cabecera”…ya ven, qué tontería). Pero es que se me ocurren muchas cosas que decirles…Voy a ver si empiezo por lo más fácil. Como se pueden imaginar, se trata de pedirles disculpas; así como suena. Son muchas las veces que no soy todo lo amable que se merecen, no valen las excusas. No es de recibo que les diga, aunque en ocasiones es verdad, que si no lo soy es por culpa del cansancio o, incluso, de algo parecido al aburrimiento. Simplemente, no siempre soy amable; supongo que a ustedes les sucederá algo parecido en sus lugares de trabajo; solo que en el lugar y en la labor que yo desarrollo, la amabilidad en sí misma es, si no imprescindible, sí muy recomendable…pero ya ven, a veces no lo consigo: pido perdón por ello.
Pido disculpas por las ocasiones en las que mi gesto, mi palabra, mi mirada o mi actitud destilan una especie de impaciencia que no soy capaz de amordazar; siento que paguen ustedes los platos rotos de asuntos que debieran serles ajenos; todos tenemos problemas o problemillas, es verdad, y a veces no somos capaces de apartarlos de forma eficaz…Repito: no es una excusa, no pretendo justificarme.
Pido también disculpas por no saber transmitir, en ocasiones, la información necesaria y la serenidad que ustedes requieren cuando se dirigen a mí solicitando ayuda; me preocupa mucho este aspecto y, la verdad, no dar la talla me sabe muy, pero que muy mal…
Pido disculpas por mis errores, sin duda los hay, son inevitables. En mi descargo puedo decir que me esfuerzo mucho para que sean los menos posibles, espero que me crean. A pesar de este esfuerzo, siempre hay lugar para las equivocaciones, solo confío en que no tengan consecuencias demasiado graves para ustedes.
Bueno, paso ahora a pedirles su ayuda. Necesito su colaboración, su confianza me resulta imprescindible para llevar a cabo mi tarea, se lo aseguro. Necesito que vean en mí a una profesional y no a una rival; nuestros objetivos, los suyos y los míos, deberían de confluir la mayor parte de las veces. Al fin y al cabo, acuden por un problema de salud y yo soy la técnico que les puede ayudar, ¿no? Les pediría que hablen sin temor, que me expongan su problema confiando en que entre todos trataremos de encontrar la mejor solución posible. A veces puede que esta se demore más de lo que desearíamos, ustedes y yo misma, pero las prisas no son buenas consejeras. A veces, hay cosas que no tienen buen arreglo…
No es bueno que me sienta presionada o cuestionada en cada una de las decisiones clínicas que tomo; piensen que mis decisiones no responden a un capricho, son fruto de un proceso de reflexión y nacen desde el conocimiento y también desde la experiencia que no es más que otra forma de conocimiento. Mis decisiones, mis consejos, la exploración que solicito o que no solicito, el tratamiento que propongo o el que desestimo, puede no coincidir con sus deseos, bien lo sé, y a pesar de todo muchas veces tengo que mantenerme firme en estas decisiones porque plegarme a sus deseos no sería lo adecuado, espero que lo entiendan…Ustedes tienen todo el derecho del mundo a aceptarlas o no, pero yo tengo el derecho y el deber de actuar con responsabilidad, de acuerdo con mis conocimientos y mis habilidades.
Les pediría también que hagan un uso adecuado y respetuoso de los recursos sanitarios; utilicen sus propios recursos, hagan uso de su sentido común, no permitan que los profesionales de la salud les infantilicemos; no es bueno vivir tutorizado permanentemente. Ustedes son perfectamente capaces de resolver muchos pequeños problemas de salud y de resolver también por sus propios medios muchas situaciones vitales que, entre todos, hemos convertido en enfermedades ficticias. Piénsenlo.
Podría extenderme más, pero creo que lo principal está ya dicho. Espero que entre todos, las cosas vayan bien. Yo, por mi parte, me comprometo a no descuidar mi formación en todas las áreas necesarias y a mejorar los aspectos relacionales como es debido. Confío en que podamos llegar a pactos razonables, de modo que ustedes salgan de la consulta aliviados y esperanzados y que yo, al terminar mi jornada, siga pensando que mi trabajo es estupendo, estimulante y enriquecedor y que fue todo un acierto la elección que hice hace ya años cuando elegí estudiar Medicina.
¡Salud!
1 de enero de 2012
Ya comprendo que no es demasiado usual que una médica les escriba una carta, y mucho menos si ni tan siquiera es su médica de cabecera (me gusta el término “de cabecera”…ya ven, qué tontería). Pero es que se me ocurren muchas cosas que decirles…Voy a ver si empiezo por lo más fácil. Como se pueden imaginar, se trata de pedirles disculpas; así como suena. Son muchas las veces que no soy todo lo amable que se merecen, no valen las excusas. No es de recibo que les diga, aunque en ocasiones es verdad, que si no lo soy es por culpa del cansancio o, incluso, de algo parecido al aburrimiento. Simplemente, no siempre soy amable; supongo que a ustedes les sucederá algo parecido en sus lugares de trabajo; solo que en el lugar y en la labor que yo desarrollo, la amabilidad en sí misma es, si no imprescindible, sí muy recomendable…pero ya ven, a veces no lo consigo: pido perdón por ello.
Pido disculpas por las ocasiones en las que mi gesto, mi palabra, mi mirada o mi actitud destilan una especie de impaciencia que no soy capaz de amordazar; siento que paguen ustedes los platos rotos de asuntos que debieran serles ajenos; todos tenemos problemas o problemillas, es verdad, y a veces no somos capaces de apartarlos de forma eficaz…Repito: no es una excusa, no pretendo justificarme.
Pido también disculpas por no saber transmitir, en ocasiones, la información necesaria y la serenidad que ustedes requieren cuando se dirigen a mí solicitando ayuda; me preocupa mucho este aspecto y, la verdad, no dar la talla me sabe muy, pero que muy mal…
Pido disculpas por mis errores, sin duda los hay, son inevitables. En mi descargo puedo decir que me esfuerzo mucho para que sean los menos posibles, espero que me crean. A pesar de este esfuerzo, siempre hay lugar para las equivocaciones, solo confío en que no tengan consecuencias demasiado graves para ustedes.
Bueno, paso ahora a pedirles su ayuda. Necesito su colaboración, su confianza me resulta imprescindible para llevar a cabo mi tarea, se lo aseguro. Necesito que vean en mí a una profesional y no a una rival; nuestros objetivos, los suyos y los míos, deberían de confluir la mayor parte de las veces. Al fin y al cabo, acuden por un problema de salud y yo soy la técnico que les puede ayudar, ¿no? Les pediría que hablen sin temor, que me expongan su problema confiando en que entre todos trataremos de encontrar la mejor solución posible. A veces puede que esta se demore más de lo que desearíamos, ustedes y yo misma, pero las prisas no son buenas consejeras. A veces, hay cosas que no tienen buen arreglo…
No es bueno que me sienta presionada o cuestionada en cada una de las decisiones clínicas que tomo; piensen que mis decisiones no responden a un capricho, son fruto de un proceso de reflexión y nacen desde el conocimiento y también desde la experiencia que no es más que otra forma de conocimiento. Mis decisiones, mis consejos, la exploración que solicito o que no solicito, el tratamiento que propongo o el que desestimo, puede no coincidir con sus deseos, bien lo sé, y a pesar de todo muchas veces tengo que mantenerme firme en estas decisiones porque plegarme a sus deseos no sería lo adecuado, espero que lo entiendan…Ustedes tienen todo el derecho del mundo a aceptarlas o no, pero yo tengo el derecho y el deber de actuar con responsabilidad, de acuerdo con mis conocimientos y mis habilidades.
Les pediría también que hagan un uso adecuado y respetuoso de los recursos sanitarios; utilicen sus propios recursos, hagan uso de su sentido común, no permitan que los profesionales de la salud les infantilicemos; no es bueno vivir tutorizado permanentemente. Ustedes son perfectamente capaces de resolver muchos pequeños problemas de salud y de resolver también por sus propios medios muchas situaciones vitales que, entre todos, hemos convertido en enfermedades ficticias. Piénsenlo.
Podría extenderme más, pero creo que lo principal está ya dicho. Espero que entre todos, las cosas vayan bien. Yo, por mi parte, me comprometo a no descuidar mi formación en todas las áreas necesarias y a mejorar los aspectos relacionales como es debido. Confío en que podamos llegar a pactos razonables, de modo que ustedes salgan de la consulta aliviados y esperanzados y que yo, al terminar mi jornada, siga pensando que mi trabajo es estupendo, estimulante y enriquecedor y que fue todo un acierto la elección que hice hace ya años cuando elegí estudiar Medicina.
¡Salud!
1 de enero de 2012
Eres un encanto.
ResponderEliminarBesos. Josu Abecia
¡Ufff, Josu, me siento muy halagada! De todas maneras, soy bastante bruja: pregúntale a Idoia...Besos.
ResponderEliminarParecía un "mea culpa" en toda regla, pero ya veo que hay para todos. Creo que tienes más razón que... una bruja!!
ResponderEliminarTenere amigas "brujas", es lo que tiene: que te entiendes muy bien...A ver si quedamos prontito, que tenemos pendiente un conjuro, ¡ay, quería decir un café..." Besos.
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