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Un domingo al atardecer acudió a nuestro servicio una chica joven acompañada de su madre. Al preguntar sobre el motivo de su consulta nos dijo que
tenía dos gusanos pequeños y blancos dentro de su ojo...y que los veía
cuando se paseaban por la parte de color del ojo...En fin. A simple vista solo se apreciaba un ojo un poco irritado. Insistimos un poco más y entones nos contó que l
o notaba desde hacía un par de horas, justo después de que un bicho volador, grande pero normal - palabras literales -
chocara contra su ojo. Dedujimos que se trataba de una mosca obesa y embarazada...Ella notaba una leve molestia; se había lavado el ojo y además se había echado unas gotas homeopáticas, no sabemos si con la intención de asesinar a los gusanos o de fortalecerlos para su peculiar carrera...A estas alturas ya nos cuadraba más la historia y aunque un poco escépticas nos pusimos a mirar con la lupa la superficie de su, por otra parte, precioso ojo color miel flanqueado de larguísimas pestañas. Al principio no vimos nada, decidimos anestesiar el ojo para mirar con más tranquilidad y revertir el párpado: nada. Jeringa en ristre cargada de suero procedimos a regar la pista de atletismo en repetidas ocasiones: nada...Cuando ya nos dábamos por vencidas, lo vimos: ¡un bichillo casi transparente y enano se paseaba a velocidad de vértigo, y sí,
por la parte de color! Con una torunda de algodón mojada en suero lo pescamos: ¡hurra! Pero ella insistía en que no estaba solo, había visto dos... Decidimos sorprenderlo cambiando el color de su maillot, así que le echamos un poquito de fluoresceína; nuestros esfuerzos se vieron recompensados cuando descubrimos al bicho, esta vez amarillo fosforito, corriendo a sus anchas por el ojo de la pobre chica que pacientemente aguantaba nuestros intentos por reducir a semejante bestia. Lo conseguimos. Aguantó también y participó de nuestros comentarios en tono de broma...Muy maja. Tras mirar y remirar, lavar y volver a lavar, no vimos más intrusos. Eso sí, tenía la superficie corneal un poco pelada y decidimos ponerle unas gotas de antibiótico y analgesia oral. Le dimos también una cita con el oftalmólogo para el día siguiente porque aunque ella aseguraba que solo había dos gusanos, nos pareció mejor que le echara un vistazo, por si las moscas...El especialista la vio al día siguiente: tras anestésico tópico y colirio de atropina, extrajo ¡5 larvas más! Y le dejó con el mismo colirio de antibiótico que le habíamos puesto.
Fin de la historia, tiene su punto, ¿no? El/la paciente siempre, o casi siempre, tiene la razón...
No he encontrado nada científico para este caso...
Para acabar, mirad que cosas puede haber en un ojo, esperemos que no nos toque:
¿Por qué habéis hecho esta entrada? Tendré pesadillas cada vez que vea un bicho gordo volando. ¡Qué asco! Menos mal que le hicisteis caso, hubiera sido muy propio pensar que estaba de los nervios.
ResponderEliminarAy, Mona Jacinta! Esa fue la tentación...menos mal que no nos dejamos llevar por nuestros instintos!
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