En estas fechas andan muchos
chavales pendientes de la nota de selectividad, preocupados por saber si
finalmente tendrán opción a estudiar aquello que les interesa…Tal vez el
contacto con amigas que tienen a sus hijos e hijas en esta tesitura, me mantiene
también a mí en vilo y me lleva a recordar aquellos tiempos ya lejanos en los
que navegué por parecidas aguas. Claro que entonces la selectividad no era ni
mucho menos tan determinante para matricularse en la carrera que, finalmente,
elegí. La verdad es que dudé entre la Filosofía y la Medicina: ¡anda que no soy
rara…! Creo que fue una buena elección aunque, a veces, me cabe la duda…
En fin.
Ya no recuerdo casi cómo era en aquellos años, supongo que no muy diferente a
como ahora son los estudiantes que iniciarán sus estudios de medicina en unos
meses. Lo cierto es que no alcanzaba a adivinar cómo sería mi vida, ni la
profesional ni la personal. Supongo también que lo que uno hace, su trabajo, perfila
como un cincel más añadido a otros tantos la silueta de lo que uno es en su
vida personal. Tal vez haya algunos trabajos que se te pegan más a la piel que
otros; creo que este es uno de esos…
Lo que sí recuerdo, o tal vez percibo, con
cierto pasmo, es la inocencia (no sé si es el término adecuado), la ingenuidad
(tampoco sé si este lo es), la despreocupación (ni este) con la que transitaba
por el hospital en aquellos años. Y es que la juventud, a nada que la vida te
haya sido hasta entonces amable, tamiza el dolor, el sufrimiento o la
desesperanza hasta hacerlos casi invisibles; casi como si fueran ajenos,
patrimonio de unos pocos y tú, allí, inmunizada frente a ellos. La enfermedad
era objeto de estudio y aunque la emoción se filtrara en ocasiones, había otras
y de otra índole que sabían acallarla.
¡Uf! Definitivamente, los años
dejan su huella y otra suerte de conocimiento siembra sentimientos y
sensaciones que, cada vez, me resultan más difíciles de acallar, hasta el punto
en que solo me planteo hacerlo para proteger a quienes son objeto de mis
cuidados o para protegerme a mí misma y, he de confesarlo, con irregular éxito.
Creo que los sanitarios hablamos poco de nuestras propias emociones, pero creo
que cuando lo hacemos coincidimos en muchos puntos. A medida que pasan los años
entiendo que mi compromiso con mi profesión es mayor; a medida que pasan los
años más me exige, más me da y, a veces, siento que más me quita…Luces y
sombras. Contradicciones, como siempre. Me gusta lo que hago y sin embargo, me
desespera tantas veces…
He visto la película Un doctor en la campiña: me ha
dicho muchas cosas, refleja algunas de las que aquí dejo escritas. Me ha dejado
un sabor agridulce, como la medicina.
Ánimo a todos aquellos que iniciáis vuestra
carrera, sea cual sea; son unos años especiales, luego la vida se encargará de
concluir la melodía, ojalá que el resultado sea el que esperáis, ojalá que os
sorprenda de buen grado.
Todo es cíclico. Ellos para comenzar el resto de días de sus vidas y nosotros para intentar mejorar en nuestra profesión y vida.
ResponderEliminarTe comenté hace tiempo sobre los paciente que a veces son odiosos. Te dejo el link y si tienes a bien, deja tu impresión.
Besos
http://docmanuel.blogspot.com.es/2016/06/no-me-gusta-el-diagnosticoni-el.html
Zorionak Marilis, no te conozco en persona, pero he oído hablar de ti.
ResponderEliminarTengo el honor de poder decir que compartimos amiga: Cristina Ibeas.
Yo también tengo un hijo con la Selectividad recién terminada y que quiere estudiar medicina.
Dios sabe qué y dónde terminará estudiando. Ojalá dentro de unos años sea feliz y pueda decir como tú: "Me gusta lo que hago".
Me ha gustado mucho tu artículo, enhorabuena!!!
¡Gracias, Idoia!
EliminarDisfrutar de la amistad de Cris, es un lujo, ¿verdad?
Mucha suerte para tu hijo, seguro que la merece. Y tú serás feliz si le ves feliz, esté dónde esté y haga lo que haga, ¿a que sí?
Besos!
Kaixo Marilis!!!
EliminarSin lugar a duda, una rotundo SÍ a las dos preguntas.
Besos💋💋
¡Buenas tardes!
ResponderEliminarSigo tu blog y como quiera que los comentarios los alimentan, he dejado uno en tu entrada; compartimos problemas, es consolador...
Muchas gracias por seguirnos.
Un abrazo.
Felicidades por este blog.
ResponderEliminarQue pequeñas son las distancias cuando las emociones son las mismas.
¡Muchas gracias!
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