martes, 19 de julio de 2011

Reglas Canadienses para las lesiones de columna cervical

Hace ya bastante tiempo, os presentamos una entrada sobre las Reglas de Otawa para el tobillo. Hoy, aprovechando un caso que tuve hace unas semanas en el PAC, os propongo repasar las Reglas Canadienses para las lesiones de columna cervical que, como las señaladas antes para el tobillo, tienen como objeto seleccionar a aquellos pacientes que hayan sufrido una lesión cervical en los que está indicada la realización de una exploración radiológica y evitar la radiación innecesaria en aquellos que no la precisen.


En el caso que atendí, se trataba de un hombre de 81 años de edad que acudía por su propio pie por presentar dolor en el cuello tras una caída accidental en la ducha hacía 3 horas. Nos contaba que tras el golpe se había sentido algo mareado sin haber presentado pérdida de conciencia. No presentaba ninguna otra clínica, salvo el dolor. La verdad es que yo no tenía muy claro si su avanzada edad era o no una indicación para la realización de una radiografía. A la exploración lo único reseñable era la existencia de dolor a punta de dedo en la línea media del cuello, a nivel de la segunda o tercera vértebra cervical. Este dato sí que lo reconocí como un criterio para derivarlo al hospital para exploración radiológica, así que lo mandé con un collarín de tipo Filadelfia que me facilitaron los compañeros de una ambulancia de soporte vital básico que casualmente acababan de llegar con otro paciente. En el hospital le hicieron una Rx de columna cervical en la que se apreciaba fractura de la apófisis espinosa de C3. Le hicieron también una TAC en la que no se apreciaron otras lesiones. Quedó ingresado en neurocirugía para analgesia y control evolutivo y fue dado de alta a los dos días con tratamiento analgésico y collarín blando.
La placa que veis es la de este paciente.


Regla canadiense para las lesiones de columna cervical, aplicable a pacientes con traumatismo cervical que se encuentren alerta (Glasgow 15) y estables.

Factores de alto riesgo que requieren realización de RX:

  • pacientes >65 años
  • existencia de parestesias
  • mecanismo lesional de alto riesgo: caída desde altura >0,9m/5 escalones, traumatismo axial de la cabeza (zambullida), colisión de vehículos de motor a gran velocidad (>100km/h), colisión de vehículos que impliquen haber salido despedido, accidentes de vehículos recreativos de motor, accidentes de bicicleta.

Factores de bajo riesgo que permiten una evaluación segura de la movilidad de la columna:

  • colisión posterior simple de vehículos de motor (excluidos los producidos por autobuses o vehículos a gran velocidad)
  • paciente que puede permanece sentado en la sala de espera
  • paciente que camina o ha caminado tras el accidente
  • paciente con dolor cervical de aparición tardía tras el accidente
  • no dolor a la palpación en línea media del cuello

Si presentan estos factores, podemos evaluar la movilidad del cuello. Si alguno de estos factores no se da, es necesario realizar Rx.

Evaluación de la movilidad activa del cuello:

  • si moviliza 45º a la derecha y a la izquierda, no es necesario realizar Rx, en caso contrario está indicada.
Como veis, mi paciente cumplía dos criterios: el primero el de la edad y el segundo la presencia de dolor en línea media que impedía la exploración de la movilidad del cuello y que conllevaba por tanto la necesidad de hacer una Rx cervical.
Aquí os propongo la lectura de un trabajo que trata sobre la efectividad de la implementación de estas reglas en varios hospitales estadounidenses. Su aplicación parece que reduce de forma importante la petición de radiografías en este tipo de pacientes sin que resulte perjudicial para ellos.


Este otro trabajo es también curioso; si bien las reglas canadienses fueron ideadas para su aplicación por parte de los médicos para reducir las exploraciones, una modificación de las mismas utilizada por personal de enfermería entrenado sería útil para la valoración inicial de los pacientes, pudiendo servir para retirar el collarín en algunos y evitar así la incomodidad que supone el permanecer con él puesto, a veces largo tiempo, en las salas de urgencias a la espera de ser atendidos de forma definitiva.

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