viernes, 9 de marzo de 2012

Promesas que, seguro, no cumpliré...


Promesas que, seguro, no cumpliré...
Le deseé mucha suerte, le va a hacer falta. Mientras le atendía me contó algunos detalles de su vida. Y mientras lo hacía, me prometí a mí misma, sé que no cumpliré esta vez tampoco mi promesa, que no volveré a quejarme por bobadas. Porque no está bien que me queje…A ver:
vivo en mi ciudad de siempre y me encanta, en una casa digna. Mi familia y mis
amigos están muy cerca y están bien. He estudiado lo que he querido, trabajo en
aquello para lo que me he formado, es más: me gusta mi trabajo…Y me pagan,
creo, bien. Siempre me queda algo por aprender, a veces es una lata y otras, un
placer. De vez en cuando, me voy de vacaciones, me gusta conocer sitios nuevos:
lástima no hablar inglés…No me falta un euro para tomarme una cañita relajada,
o un café a media mañana o pegarme una buena cena en mejor compañía. Me queda
tiempo para pasear, para leer, para aburrirme, para escribir…Mi equipo de
fútbol mantiene su categoría, mi tenista favorito hace buenos torneos; de vez en cuando me emociono
con una peli, muchas otras escuchando una canción. Me río con frecuencia, más de una vez al día; también lloro, a veces en compañía, otras prefiero y elijo hacerlo sola. Por tener suerte, la tengo hasta con mi nueva perrita; es buena y muy guapa… Me gusta mi rutina, me da
sosiego… ¿Cómo me puedo quejar y protestar tanto? ¡Es increíble!
Él es de muy lejos. Lleva casi cuatro años aquí. En este tiempo ha aprendido bastante castellano, se le entiende muy bien, habla también un precario euskera: ¡tiene mucho mérito! Ha
trabajado en muchos sitios: en la mar, en la obra, arreglando carreteras…Ahora, los tiempos son malos, está en el paro. Está haciendo un cursillo de cocina, de esos que ofrecen a los parados…pero, a pesar de todo, le consume la inactividad. Claro que en su país, es todo mucho peor: allí hay pocas opciones…Hace muchos meses que no ve a su familia, va para un año. Se quedaron en su país; tiene mujer e hijos. Su idea era traerlos para aquí, pero…Son malos tiempos.Ya.
Es de Senegal. Muy joven y muy alto. Tiene un nombre que no consigo pronunciar correctamente, un porte digno, un rostro hermoso como tallado en puro ébano. Y una mirada de caramelo líquido, de ese que, de puro dulce, te deja un regusto amargo en la garganta después de haberlo paladeado. Le he deseado suerte y me he quedado con un agujero en el estómago.
Zarautz, otoño 2011

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