viernes, 29 de marzo de 2013

Imposible competir con "el más allá"...


Las noches de los sábados suelen ser complicadas para los que trabajamos en los PAC. La cosa iba bien, probablemente el mal tiempo contribuye a que se salga menos, ya se sabe…Sobre las 4 de la mañana  llamaron a la puerta; cuando entramos en la consulta nos encontramos con un hombre joven tranquilamente sentado en la camilla. Tenía muy buena pinta y nos sorprendió comprobar que había sido traído por la ambulancia de soporte vital básico. El técnico que le atendió, como siempre, nos explicó, perplejo, el motivo de consulta. Al parecer, les habían llamado desde Coordinación para que  acudieran a un domicilio por una parada; habían movido la medicalizada y ellos iban de avanzadilla. Afortunadamente, antes de que saliera la medicalizada, la parada se convirtió en una inconsciencia y casi a la vez en una inconsciencia recuperada por completo… Cuando la básica llegó al lugar se encontraron con un paciente joven en perfecto estado de  salud y de repente perdió la conciencia: solo respondía a  estímulos dolorosos pero bruscamente se recuperó por completo y sin estado poscrítico…Por supuesto, no hubo convulsión, ni relajación de esfínteres, ni mordedura de lengua, ni alteración de ninguna de las constantes, siendo su glucemia capilar normal…El paciente les dijo que había estado “tomando”, era latinoamericano, unos tragos con unos amigos y al llegar a casa tuvo el percance.
Nos quedamos con el joven, mirándole costaba creer que hubiera padecido semejantes males: estaba más despierto que un conejo, tranquilo, apacible y nos ofrecía una sonrisa casi beatífica. Vaya, que no cuajaba. Le acompañaba una mujer joven, su esposa, que nos repitió una historia parecida a la referida, pausadamente, sin agobios, con esa voz suave, monocorde,  tan característica de su lugar de origen. Nos dijo que dejó de respirar y que le hizo el boca a boca y que se recuperó al instante…El joven, sentado en la camilla, contemplaba la escena sin pestañear, tranquilamente. Empezamos de nuevo; el protagonista nos relató lo mismito; reconocía que había tomado unas cervezas con los amigos y negaba otros tóxicos. Exploramos de arriba a abajo, tomamos constantes, glucemia capilar y le hicimos un electrocardiograma. Todo rigurosamente normal. Así que insistimos un poco más y le preguntamos si este tipo de sucesos le habían sucedido en alguna otra ocasión. Y sí…Muy amablemente, pausadamente, nos explicó que desde hacía unos meses, tras el fallecimiento de su mamá, y siempre cuando tomaba unos tragos (él no se reconocía como un bebedor habitual), se le aparecía su mamá y él entraba “en trance”. Su mamá le llamaba repetidamente. Yo pensaba que la aparición materna tendría como objeto reprocharle sus excesos, es que las madres somos muy nuestras…Pero qué va, qué va: su mamá le llamaba para que fuera con ella: ¡joé con las madres! ¡qué poderío, oiga…! Y él, pues se resistía el hombre, y solo el conjuro de su esposa conseguía rescatarlo y traerlo de nuevo al mundo. Por lo visto, esta vez la llamada materna había sido más insistente. Nos lo contaba con una especie de orgullo y como si fuera lo más normal del mundo tener este tipo de apariciones. Su esposa tampoco se mostraba extrañada, ni tan siquiera asustada. Mi compañera y yo escuchamos el relato tranquilamente, como subyugadas, atrapadas también por sus palabras y, desde luego, aliviadas al contemplar su total restablecimiento y excelente estado de salud. Mi compañera escribía, concentrada su mirada en el teclado, la historia mientras yo, impresionada por la sobrenatural presencia materna, asentía...Sin más...Y sin menos, decidimos darle el alta y aconsejarle que si repetía la historia nos consultara de nuevo, si bien él no creía que volviera a repetirse. Se fueron los dos, tranquilamente, igual que habían venido. Y nosotras esperamos un rato, por si aparecía el de “Inocente, inocente” y nos regalaba el ramo de flores tradicional tras este tipo de sucesos…
Eso sí: yo me quedé ojiplática durante un buen rato.
¿Qué podemos hacer ante la aparición de una madre desde el más allá…? ¡Joé con las madres…!

7 comentarios:

  1. Una madrastra es lo que era. Una madre de verdad no pretende llevarse a su hijo al más allá por aburrida que esté. Si vuelve decidle que le pida a San Pedro que juegue al parchís con ella, a ver si la entretiene.

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  2. Pues está clarísimo: Le haces un sortilegio con el ramo de perejil, eso sí, murmurando algo que no te entienda mientras te acuerdas de su familia y le dices que haga unas misas en recuerdo de LA MADRE y a correr. ¡ Pero....! que no se corra la voz o tendrás el PAC a rebosar.
    Fuera de bromas, esta profesión nuestra, cada día te puede sorprender más, nunca está todo visto.
    Un abrazo

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  3. y UNA REFLEXION DESDE LO PSIQUICO?

    De dos comentarios dos cachondeos.

    Si es de corazon al cardio.......

    Y si es un brote psicotico?

    Eso no merece ser valorado por un profesional de lo psiquico?

    Ah, Que de los nervios entendemos todos.

    No hay datos para afirmar que sea una psicosis, pero tampoco para negarlo.

    Curiosos comentarios.

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  4. Lamento que este relato pueda resultar ofensivo o banalizar el sufrimiento psíquico...no era mi intención. Por otra parte, no creo que su protagonista padeciera un cuadro psicótico, honradamente y desde mi precaria formación en esta materia; si así lo hubiera considerado en su momento, mi actitud no habría sido esta. Creo que, en todo caso, solo pretendía burlarme de mí misma y de mi perpleja compañera. De cualquier manera, pido disculpas a aquellos a quienes pueda parecer inadecuado. Siempre queda lugar para la reflexión.

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  5. El "profesional de lo psíquico" a quién debía valorar, ¿al paciente o a la esposa? ¿o a los dos? ¿o a la cultura de la superstición y lo irracional en la que quizá se pueda contextualizar este acontecimiento?...
    Me pregunto.
    Curioso suceso, Marilis.

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    1. Pues sí, y mira, me ha dado para pensar más de lo que parece...

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  6. Realismo mágico en estado puro.

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